Ha crecido con el cine, donde, desde sus comienzos, ha trabajado con directores de renombre. Por eso, Isabelle Huppert, propietaria de una de las carreras más sólidas del celuloide europeo, se siente "muy afortunada. Siempre he tenido propuestas y, además, he elegido", apostilla la enigmática actriz gala, que, por séptima vez, trabaja con el maestro Claude Chabrol.
A continuacion, una entrevista de cuando presento Borrachera de poder, una reflexión sobre el poder en la que da vida a una obsesiva, insobornable y dura jueza que investiga un escándalo de malversación de fondos. Educada pero distante, así se mostró la estrella gala en el encuentro que mantuvo con un grupo de periodistas en un hotel del centro de París cercano a su casa. Delgadísima, blanquísima y pecosa, la menuda protagonista de La pianista escogió para la conversación un atuendo tan informal -vaqueros, camiseta y zapatillas de deportes- que hace que su aspecto tenga muy poco que ver con el de una mujer que acaba de cumplir 54 años.
-Este Chabrol anual avisa que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
-Es su ironía para desviar la atención. Son personajes de ficción que se parecen mucho a personajes reales. Chabrol es muy listo, no ha querido hacer un filme político, sino que se ha servido de una situación corrupta para mostrar cómo se comporta el ser humano cuando tiene poder, sea el que sea.
-Usted, en su ámbito, también lo tiene.
-El poder en el cine es muy relativo. No soy una celebridad. En una determinada película, una actriz puede tener cierto dominio, pero siempre es superficial, ilusorio.
-¿Hay que poner barreras al poder?
-Si se llega a estar embriagado de el, sí, porque es una puerta abierta a todo tipo de excesos.
-En ´Borrachera de poder´, Chabrol aparca a la burguesía, la Francia de provincias y se traslada a París para retratar la corrupción en las altas esferas.
-No creo que haya dejado un universo para ocuparse de otro. Ha hecho historias de género, comedias, adaptaciones...Las siete películas que hemos hecho juntos son muy variadas porque él siempre está en movimiento. No voy a decir que sea un hombre tierno, pero a menudo se ha puesto del lado de los débiles, de las víctimas porque en su cine no hay cinismo. Su obra es muy humanista.
-Por las películas que llevan juntos -´Gracias por el chocolate´, ´No va más´ y ´La ceremonia´, entre otras-, trabajar con Chabrol ya es una costumbre.
-En una relación como la nuestra siempre hay algo misterioso. No hablamos, porque sabemos. Los dos tenemos la voluntad de no idealizar a los personajes, de dar la visión más objetiva y pegada a la realidad que podamos. Lo importante es que tenemos una fijación por no disfrazar la realidad, por eso en su cine también hay levedad, humor...
-Usted ha dicho que acepta un papel en función de sus afinidades y complicidad con los directores -ha recibido órdenes de Michael Haneke, Godard, Tavernier, Techiné, Ozon...- ¿Ha tenido alguna elección desafortunada?
-No tengo la sensación de haberme equivocado, otra cosa es que el trabajo guste o no a la gente. Ningún cineasta me ha defraudado.
-El próximo año, Chabrol celebrará sus bodas de oro con la cámara . Como su musa ¿que significa este cineasta para usted?
-Muchísimo. Los filmes que he hecho con él han sido grandes experiencias por las que me han premiado varias veces. Es importante para mi y también para el cine francés, para el que ha trabajado con un gran vigor y al que ha aportado variopintos trabajos.
-Su personaje tiene problemas para conciliar su vida privada con la profesional.
-Mi vida no tiene nada que ver con la suya. Para una actriz es diferente, tenemos una forma muy particular de existencia porque lo privado y lo público se confunden. Además, nuestra actividad está ligada a la representación.
-¿Es el cine su gran aventura?
-No. Tengo otras satisfacciones en mi vida. Encuentro mucho placer y entiendo que es un privilegio el poder actuar según mis convicciones e ideas, siempre con el sentido que he querido hacerlo. Quizá cuando empecé...Pero hoy, con más de 60 películas, no es mi gran aventura.
-Es una de las intérpretes más brillantes de su generación. Para muchos es la mejor actriz europea del momento.
-No siento ningún peso. Todavía tengo derecho a equivocarme y espero hacerlo. Mi actual situación tiene que ver con mis elecciones. Hubiera podido hacer más filmes, pero he escogido a conciencia, he dicho que sí a las propuestas que me daban la impresión de que era cine, no productos.
-Usted no ha acusado la falta de papeles. Sus colegas norteamericanas le tienen que envidiar.
-Es que en el cine estadounidense hay muchas intérpretes con pocas ganas de trabajar. Pero no soy una excepción, mire la última ganadora del Oscar -Helen Mirren-.
-Viajó a Hollywood de la mano de Michel Cimino con ´Las puertas del cielo´, que fue un rotundo fracaso.
-Nunca he fantaseado con Hollywood, de donde tampoco he tenido ofertas tentadoras. He participado en los filmes norteamericanos que tenía ganas de hacer.
-En su filmografía pesan los dramas, los filmes de autor y las heroínas incómodas, crueles, tristes y difíciles de entender.
-Las obras de autor pueden ser comerciales, lo sé porque he intervenido en varias. Me gustan los personajes ambiguos, oscuros y contradictorios, pero también puedo hacer otros trabajos si me los ofrecen. Siempre intento ir un poco más allá, dar profundidad al trabajo, algo que siempre encuentro en el teatro. Soy una actriz de cine que también pisa los escenarios.
-¿Ve el cine más allá del hecho artístico?
-No sé si una película puede cambiar las cosas, pero si puede hacer pensar, distraer...
-¿Se considera una actriz intelectual?
-Es un calificativo que puede definirme bien, pero el término contrario también. Pero sí, soy bastante intelectual.
-¿Teme el día en que no suene el teléfono?
-Lo que me da miedo es que no me llamen los que yo quiero. No es una cuestión de calidad, sino de calidad. Dependemos de los que se interesan por nosotros, y en estos momentos ninguna actriz del mundo diría que no quiere trabajar con David Lynch o Almodóvar.
lunes, 15 de marzo de 2010
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